miércoles, 14 de diciembre de 2011

Quien diga que soy atea, que no creo en lo perfecto, que yo siempre en todo veo algún mínimo defecto, está muy equivocado.
Porque yo no creo en dios pero soy el portavoz de un ser humano criado en la calle, en la pobreza, en pos de corazón sano, poca comida en la mesa, otra cabeza y los abuelos de Lugano.
En su escala de valores, él pone siempre primero sobre todo la importancia de un corazón enteroBien parado o en la lona hay que ser buena persona, dice aquel que a mí me guía noche a noche y día a díaNoche a noche y día a día.
Quien diga que soy atea, está muy equivocado. Como ya les he contado hay alguien en quien yo creosuerte de mitología humana se hace presente ante a mí. Y en eso, así como así, embellece mis mañanas.
Gracias al que nació en un conventillo. Al que creció en un potrero. Y si creen que exagero. Conózcanlo, pero antes sáquense el sombrero.



Lo juro por mi pellejo: 
Para mí dios es mi viejo.

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